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DSI: Introducción a los principios de la Doctrina Social de la Iglesia

Con este post empezamos una serie de artículos que tratan de los principios básicos de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Estos escritos no pretenden hacer un análisis detallado de las diferentes encíclicas sociales, ni explicar toda la doctrina. El propósito de esta serie de posts es proporcionar los principios básicos y luego entender tanto las razones del distributismo como los métodos seguidos en los distintos estudios de caso, en primer lugar el de la Corporación Mondragón, pero no solo.

Todos los artículos de esta serie de posts, de los cuales este es el primero, proceden del “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia” en la edición de 2005, segunda reimpresión en 2016, por la Libreria Editrice Vaticana. El texto se puede comprar en librerías o consultarse libremente en la web en el enlace Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.

En particular, seguiremos el tema del capítulo cuarto, titulado “Los principios de la doctrina social de la Iglesia”. En este artículo analizaremos el significado de estos principios y su unidad indivisible.

Los números tratados en este post van del 160 al 163 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.

Los principios permanentes de la Doctrina Social de la Iglesia son las piedras angulares de todo el sistema de doctrina social y pueden resumirse en cuatro expresiones: dignidad de la persona humana, bien común, subsidiariedad y solidaridad.

Sin embargo, estos cuatro principios no tienen la misma importancia, ya que el principio de la dignidad de la persona humana es el principal, que contiene en sí mismo el fundamento de todos los demás. Los otros tres principios (bien común, subsidiariedad y solidaridad) se derivan de este primer principio.

Estos cuatro principios surgieron a lo largo de los dos mil años de historia de la Iglesia y, aunque estaban presentes desde el principio de la predicación de Cristo, la Iglesia los definió y detalló gradualmente a lo largo de los siglos para responder con coherencia a las necesidades de los contextos siempre cambiantes en los que se encontraba, contextos que cambiaban tanto en el tiempo como en el espacio. De hecho, lo que era socialmente válido en la Edad Media es diferente de lo que puede serlo hoy, aunque los principios fundacionales sigan siendo los mismos. Del mismo modo, los aspectos sociales de China, por ejemplo, difieren de los de Estados Unidos, aunque los principios siguen siendo los mismos. Por lo tanto, a lo largo de su historia, la Iglesia ha analizado cada vez estos principios y luego los ha traducido en normas más prácticas y operativas.

Estos principios tienen un carácter general y fundamental, ya que se refieren a la realidad social en su totalidad, por lo que deben considerarse permanentes en el tiempo y con un significado universal.

En consecuencia, la Iglesia los señala como los puntos de referencia para interpretar y evaluar los fenómenos sociales con el fin de decidir el comportamiento más adecuado para el caso concreto.

Los principios de doctrina social mencionados deben considerarse siempre en su unitaridades decir, no se puede prescindir de ninguno de ellos conservando los demás, en su relación y articulación por lo que no sólo deben tenerse siempre en cuenta todos los principios, sino que es impensable aplicar uno sin preocuparse de los efectos que esa aplicación tiene sobre los demás.

En el número 163, el compendio nos dice que “Los principios de la doctrina social, en su conjunto, constituyen esa primera articulación de la verdad de la sociedad, a partir de la cual cada conciencia es interpelada e invitada a interactuar con todas las demás, en libertad, en plena corresponsabilidad con todos y hacia todos. De hecho, el hombre no puede eludir la cuestión de la verdad y del sentido de la vida social, ya que la sociedad no es una realidad ajena a su propia existencia.

Estos principios tienen un profundo significado moral porque se refieren a los fundamentos últimos y orientativos de la vida social.”

En la práctica, estos principios reiteran que la sociedad existe en la historia como un entramado de las libertades de todas las personas que interactúan en ella y que, con sus decisiones, contribuyen a mejorarla o empeorarla.

La Iglesia, basándose una vez más en su experiencia bimilenaria, cree que la no aplicación o la aplicación equivocada de estos principios conduce a un empobrecimiento de la sociedad, empobrecimiento que también puede ser grave, como han demostrado innumerables veces aquellos modelos sociales que se basaban sólo en una parte de estos principios y que pasaron de ser paraísos ideales a infiernos en la tierra.

Un sitio web de referencia para estas cuestiones es sin duda el Observatorio Internacional Cardenal Van Thuan, que le invitamos a visitar, pues tiene muchas ideas y está altamente cualificado.

Credits: Photo by Eduardo Sánchez on UnsplashUnsplash

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